Huerto Urbano en San Miguel alquiler de parcelas y fincas en Tenerife

Agricultura, huertos urbanos y alquiler de tierras en San Miguel de Abona: Cultivar futuro en el sur de Tenerife

El municipio de San Miguel de Abona, ubicado en el sur de la isla de Tenerife, representa una fusión única entre tradición rural, dinamismo económico y una transformación paisajística marcada por el crecimiento urbanístico y turístico. A pesar de esta transformación, San Miguel mantiene viva una herencia agrícola que sigue formando parte esencial de su identidad territorial. En las últimas décadas, el municipio ha visto cómo resurgen con fuerza las prácticas agrícolas sostenibles, el cultivo en huertos urbanos y la recuperación de tierras agrícolas mediante el alquiler de fincas, parcelas y huertas.

Estas dinámicas reflejan un cambio de mentalidad tanto en la ciudadanía como en los actores locales, que buscan revalorizar el territorio, promover la soberanía alimentaria y fomentar modos de vida más saludables y conectados con la tierra.

Un legado agrícola en evolución

San Miguel de Abona cuenta con una historia agrícola sólida, forjada por generaciones que aprovecharon al máximo los recursos limitados del sur de Tenerife. La escasez de agua, las condiciones áridas y la orografía accidentada no impidieron que sus habitantes desarrollaran una agricultura de secano eficiente, centrada en cultivos como la papa, la cebada, los frutales (especialmente higos, almendras y duraznos), y el pastoreo de cabras, en combinación con zonas de cultivo intensivo en áreas más húmedas o con acceso a galerías de agua.

La construcción de bancales, la captación de aguas pluviales y el uso racional de los recursos naturales definieron un modelo agrícola resiliente y adaptado al entorno. A medida que el municipio comenzó a desarrollarse como destino turístico y residencial, muchas de estas tierras fueron abandonadas, urbanizadas o convertidas en zonas de segunda residencia. Sin embargo, el valor agrícola de San Miguel nunca desapareció del todo. Hoy, más que nunca, vuelve a adquirir importancia.

El renacimiento agrícola: del abandono a la reactivación

En las últimas dos décadas, ha habido un resurgir del interés por la agricultura, tanto desde la población local como de nuevos residentes que buscan cultivar alimentos, reconectar con la tierra o iniciar proyectos de vida más autosuficientes. Este interés se ha traducido en la recuperación de tierras agrícolas abandonadas y en el creciente alquiler de fincas, huertas y parcelas como alternativa accesible a la compra de terreno.

Numerosos vecinos han optado por arrendar pequeñas parcelas para cultivar productos de autoconsumo, practicar agricultura ecológica o desarrollar iniciativas sostenibles de pequeña escala. Este fenómeno permite reactivar suelos productivos sin grandes inversiones, revitalizar el paisaje rural, diversificar la economía local y ofrecer alternativas frente a la dependencia del comercio exterior o de la industria turística.

Además, el alquiler de terrenos ha facilitado el acceso a la agricultura para personas sin tierras heredadas, jóvenes emprendedores, familias migrantes y colectivos interesados en la agroecología, permitiendo una renovación generacional en el ámbito agrario.

Huertos urbanos y comunitarios: espacios de cultivo, aprendizaje y cohesión

El concepto de huerto urbano ha adquirido también una nueva dimensión en San Miguel de Abona. Aunque no se trata de un municipio altamente urbanizado como otros núcleos del norte de la isla, sí presenta una estructura de barrios y zonas residenciales donde la implantación de huertos en solares, márgenes de caminos o pequeños terrenos anexos a viviendas se ha convertido en una práctica común.

Estos huertos, tanto individuales como colectivos, permiten a las personas cultivar hortalizas, frutas, legumbres y hierbas aromáticas para el autoconsumo. Pero su valor va mucho más allá de la producción alimentaria: son espacios educativos, lugares de encuentro vecinal, herramientas terapéuticas y laboratorios de sostenibilidad. En ellos, se promueve el compostaje, el ahorro de agua, la reutilización de materiales y la siembra de variedades locales adaptadas al clima árido del sur de la isla.

Muchos de estos huertos están gestionados por familias, grupos de vecinos o asociaciones, con un enfoque horizontal y participativo. Son también una herramienta clave para la sensibilización ambiental y para enseñar a las nuevas generaciones los principios de una vida más consciente, resiliente y solidaria.

Sostenibilidad, salud y soberanía alimentaria

En un mundo cada vez más urbanizado y globalizado, la reactivación agrícola de San Miguel de Abona responde a una necesidad de fondo: la soberanía alimentaria. Cultivar a pequeña escala permite producir alimentos más frescos, sanos y accesibles, reduciendo la dependencia de productos importados y fomentando circuitos cortos de comercialización.

Además, la agricultura local ayuda a reducir la huella de carbono, promueve el consumo responsable, mejora la biodiversidad y mitiga los efectos del cambio climático. En un entorno como el de San Miguel, donde las condiciones climáticas pueden ser extremas y el agua es un recurso limitado, las prácticas agroecológicas se han consolidado como la alternativa más viable y respetuosa.

Por otro lado, el cultivo personal o comunitario también tiene beneficios directos sobre la salud física y mental de las personas: reduce el estrés, fomenta el ejercicio, mejora la alimentación y fortalece los vínculos comunitarios.

El papel del alquiler de tierras como motor de transformación

El alquiler de fincas y parcelas en San Miguel no solo dinamiza la economía rural, sino que también genera oportunidades de emprendimiento local. Desde pequeños proyectos de horticultura hasta iniciativas de formación, educación ambiental o agroturismo, el acceso a la tierra permite poner en marcha ideas innovadoras, generar ingresos complementarios y recuperar el valor de las zonas rurales del municipio.

Al mismo tiempo, el alquiler evita la especulación inmobiliaria y permite que las tierras sigan cumpliendo una función ecológica, social y productiva. En este modelo, el respeto mutuo entre arrendador y arrendatario, los acuerdos claros y la visión a largo plazo son claves para asegurar una relación sostenible con el territorio.

Desafíos y necesidades para consolidar este modelo

No obstante, este proceso no está exento de dificultades. Algunos de los principales retos que enfrenta la agricultura en San Miguel de Abona incluyen:

• Acceso al agua y su gestión eficiente, especialmente en zonas de medianías y cotas más altas.

• Falta de relevo generacional, con una población joven que en muchos casos desconoce o no se siente atraída por el trabajo agrícola.

• Escasa infraestructura y apoyo técnico para quienes se inician en el cultivo o desean profesionalizar su actividad.

• Fragmentación del suelo agrícola, con fincas pequeñas o mal comunicadas que dificultan la mecanización y el rendimiento.

• Necesidad de normativas claras y flexibles para fomentar el alquiler seguro y el uso agrícola de tierras en desuso.

Perspectivas de futuro: un modelo agrícola con identidad propia

San Miguel de Abona cuenta con todos los ingredientes para convertirse en un modelo referente de desarrollo rural sostenible en el sur de Tenerife. Su diversidad paisajística, la existencia de tierras cultivables, el interés ciudadano por recuperar el campo y la creciente red de iniciativas comunitarias y agroecológicas son señales claras de un nuevo horizonte para el municipio.

Fomentar el acceso justo a la tierra, revalorizar la agricultura como forma de vida y fortalecer las redes de colaboración entre vecinos, colectivos y administraciones puede hacer posible una transformación positiva, arraigada en el territorio y alineada con los desafíos globales.

Conclusión

San Miguel de Abona se encuentra en un proceso de redescubrimiento agrícola. La confluencia entre tradición y modernidad, entre prácticas rurales y nuevas formas de cultivar en comunidad, da lugar a un territorio dinámico, resiliente y comprometido con su paisaje.

Los huertos urbanos, la agricultura ecológica y el alquiler de parcelas no solo revitalizan la economía local: siembran vínculos, recuperan saberes, promueven la salud y contribuyen a un modelo de vida más justo y sostenible. En este contexto, cultivar la tierra en San Miguel es también cultivar identidad, comunidad y futuro